jueves, 2 de octubre de 2014

Arlene: La reina de corazones.

Mi mente va a mil por hora, mi estúpido cuerpo no es capaz de seguir su frenético
ritmo, y en respuesta lo único que hace es estar frío y llorar. Ya no puedo ver, tantas
lágrimas me nublan completamente la visión. No sé que hacer, no sé como frenar mi
mente, no sé como arreglar mi corazón.
¿Llegará algún día a amarme como a ella? ¿O simplemente a amarme? Tengo su "no,
no te amo" clavado en el corazón, cual estaca ponzoñosa que me envenena y me
hace débil a cada minuto que pasa. Desde ese día mi vida vale menos, no puedo
disfrutar de las mismas cosas, no me siento igual de viva que antes, es tan horrible
esta sensación... ¡ni a mi peor enemigo se la desearía! ¿Qué hice tan mal? Surgen
interrogantes con cada latir de mi roto corazón. ¿Qué he de hacer? [...]


Por un momento mis ojos quedan secos, mi mente disminuye su ritmo, y mi cuerpo
parece recuperarse ligeramente de la ponzoña. ¿Yo le amo? De repente olvido pensar
en qué siento por él, en que puedo esperar que él sienta por mi... No soy capaz de
saber si le amo, o finjo no querer saber que no es así, que realmente no puedo amarle
aún, qué sólo puedo quererle con toda mi patética alma. ¡Pero no es lo que quiero!
¡Quiero más, lo quiero todo! Que nuestro mundo empiece y acabe con nosotros.
Pero, creo, que eso jamás será posible por su parte, creo que él jamás me amará
como a ella, creo que realmente no es capaz de quererme como corresponde, qué
sólo soy una más en su interminable lista, en sus cientos de mujeres. Es horrible. [...]


Sigo sin poder dormir, sin poder comer, sin poder pensar... Sin poder vivir.
Fijo ser feliz delante de todos, incluso de él. No es una mentira muy grave, ¿verdad? [...]


Estoy siendo demasiado impaciente ¿no? Estoy esperando que él, la persona más fría
del mundo, sea tan ardiente como yo, que me ame más que a nadie, que me quiera y
me lo demuestre a cada segundo. No puedo pedirle esto, no al hombre de hielo, no a
él.
Por un momento me paro a pensar en esa vez que viví el vacío en su máxima
expresión, recuerdo como fue vivir en el infierno un largo y eterno tiempo. ¿Volveré
allí? ¿Por él? Rezaría a Dios para que salvase mi alma de eso...[...]



¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿Por qué con ella sí? ¿Qué es lo que le daba, lo que
la hace tan especial para él? ¿Aún la ama y por eso no puede amarme a mi? ...
Una bala dolería menos... estoy completamente segura. [...]


Creo que aquí, en este punto de mi, ahora estúpida y vacía existencia, es donde se
halla la pregunta más importante. ¿Le hago participe de esto? Creo que no le gustará
asomarse por unos minutos a mi turbia mente, a ese apartado dónde sólo está él, el
apartado más oscuro y doloroso. Doy por hecho de que tarde o temprano deberé
abrirle mi corazón, ya que se me acabará notando el dolor y la frialdad... pero quizá
cuanto más tarde en hacerlo, peor. No, por favor, más lágrimas no. [...]


¿Será una señal que justamente mi gran amor reapareciese justo cuando él negó
amarme? He de admitir, por mucho que me duela, que tengo miedo de reencontrarme
con el pasado y que afloren sentimientos. Bien, eso no debo decírselo, no, no, y no.
Dios mío... qué tortura.
Quizá aquí nos encontremos en un punto común; nuestras más recientes ex relaciones
fueron nuestros grandes amores. ¿Ambos temeremos lo mismo? ¿Volver a sentir?
Sí esto es nuestro punto en común, ¿sabrá él que llegará a poder amarme más que a
ella? Ojalá, pero no, no lo hará. "¡Tonta! ¡Estúpida! Por mucho 
que tú sí sepas que podrías llegar a amarle más que a tu "ex gran amor" él no lo hará. 
Jamás. Ella fue su todo. Tu no eres nada más que un capricho pasajero" me dice una
pequeña voz en mi cabeza, una pequeña voz que me da un gran golpe. Asquerosa
conciencia, encima que tardas en aparecer, lo haces de esta manera... te odiaría si no 
fuese... porque tienes toda la razón. 

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