Encadeno mis piernas a las suyas,
siento su pasión en mi interior, con fuerza, con calor.
Su respiración acelerada desboca mi
mente y mis sentidos, sus embestidas me dejan atónita, fuera de
control, sin poder pensar, sólo sentir. Hace que mi alma y mi cuerpo
sean suyos, solamente suyos. Recibo sus besos y sus palabras como
dulce néctar para mis sentidos. Veo su silueta en la oscuridad,
encima de mi, cual lobo, poseyéndome. Una vez más, sólo existimos
nosotros, siendo solamente uno. Le quiero, me quiere. Nos queremos.
Esa idea despierta en mi interior una llama, y sé que es el momento,
me dejo ir, sin soltarle ni un instante, quiero llegar al clímax
sintiéndole lo máximo posible. Él llega conmigo, la sensación es
única, lo más placentero que jamás sentí, el momento que más
cerca me sentí de su alma, el momento en que noté que realmente le
amaría como a nadie, qué él estaba hecho para mi, y yo hecha para
él.
Seamos uno cada noche, todas las
noches, para siempre.